viernes, 19 de octubre de 2007

Flora Amenazada de Guerrero: El guayacán


Bienvenidos amigos lectores, continuaremos conociendo algunas de las plantas nativas de Guerrero que se encuentran bajo alguna categoría de riesgo de acuerdo a la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT). En esta oportunidad hablaremos de una especie considerada dentro de la categoría de Protección especial, que es conocido localmente como “guayacán”, un hermosísimo árbol cuya distribución en el Estado comprende esencialmente tierras bajas de la vertiente del Océano Pacífico y zonas semiáridas de la cuenca del Balsas.

El “guayacán” se desarrolla sobre terrenos con vegetación de selva baja caducifolia, selva mediana subcaducifolia, así como en terrenos de humedal colindantes con las lagunas y esteros que existen en la franja costera del estado. Personalmente, hemos tenido la oportunidad de observarlo en Troncones (municipio de La Unión), en Ixtapa (Tte. José Azueta), en varias localidades de Petatlán, y en Acapulco, normalmente en sitios asentados sobre la planicie costera, por lo que la mayoría de estos terrenos son planos o con una pendiente muy ligera.

El nombre científico del “guayacán” es Guaiacum coulteri, especie clasificada en la familia Zygophyllaceae, a la que también pertenece la “gobernadora” (Larrea tridentata), planta medicinal que crece de manera silvestre en estados del norte de México y el sur de EUA.

Dentro de las principales características del “guayacán” destaca su lento crecimiento, desarrollando casi siempre un tallo torcido de color claro, un tanto zigzagueante, el cual ramifica desde cerca de la base, por lo que puede confundirse con un arbusto, pero en realidad de trata de un árbol, el cual llega a alcanzar alturas de hasta 10 m. Sus hojas son bastante similares en forma y tamaño a las del árbol de tamarindo (Tamarindus indica), por lo que con frecuencia suelen llegar a confundirse.

No obstante, a diferencia del tamarindo, que es una leguminosa, cuyo fruto es una vaina, el “guayacán” produce pequeñas cápsulas de 2 cm. de ancho, compuesta por 5 lóbulos (especie de gajos), que al madurar se abre y muestra 5 semillas oscuras similares a frijoles, cubiertas por un delgado tejido rojo, conocido bajo el término botánico de arilo.

Este árbol tiene una muy atractiva floración, constituida por numerosas flores pequeñas de un intenso color violeta o morado, motivo por lo que ha sido utilizado como árbol de ornato en varios lugares.

Un ejemplo de ello se localiza en la cabecera municipal de Petatlán, donde varios de estos árboles adornan y proporcionan sombra en las jardineras del parque central, dentro de las áreas verdes del famoso santuario católico dedicado al “Padre Jesús de Petatlán” y en algunas banquetas en los accesos principales a esta pequeña ciudad de la Costa Grande.

En Guerrero, al “guayacán” se le conoce su uso en la medicina tradicional, donde se le ha empleado para tratar padecimientos tales como la tos y la diabetes, e incluso enfermedades de transmisión sexual como la gonorrea.

Debido a la dureza de su madera y su gran resistencia a la humedad así como al ataque de los insectos, la mayoría de los árboles de mayor tamaño fueron talados hace varias décadas para usarse en la fabricación de durmientes para las vías del ferrocarril y para elaborar objetos como ejes de ruedas de carretas.

Antaño, la principal amenaza para la sobrevivencia de esta especie fue el uso indiscriminado de su madera, la cual se destinó mayormente a los fines ya señalados, y a otros como la obtención de leña y la construcción rural. Pero actualmente la pequeña población de “guayacanes” que aún sobrevive en nuestra Entidad en forma principalmente de individuos aislados, se enfrenta a un enemigo sin duda peor, que es la destrucción de las selvas en que crece, lo que se hace con diversos propósitos, destacando la instalación de infraestructura urbana, demandada por el acelerado crecimiento de ciudades como Zihuatanejo, Ixtapa y Acapulco, y aún nuevos polos de desarrollo, como lo es la zona de Troncones y La Saladita, en La Unión, que ante la ausencia de un Plan de Desarrollo Urbano y la falta de atención por parte de las autoridades, está siendo objeto de un verdadero ecocidio provocado para la venta de lotes destinados al establecimiento de residencias adquiridas en su mayoría por estadounidenses para ser utilizadas como casas de descanso.

En este caso nos atreveríamos a hacer una petición muy especial a la gente profesional que se encarga de elaborar los estudios de impacto ambiental, los estudios de cambio de uso del suelo de terrenos forestales y los informes preventivos, para que, una vez identificada la presencia de esta o cualquier especie protegida, sea señalada dentro de tales documentos y por consiguiente, se implementen las medidas necesarias para su conservación; y a las autoridades en la materia, le pedimos que se encarguen de hacer cumplir la normatividad, por el bien de todos.

Se trata de una especie bastante tolerante al manejo y a las podas, por lo que el “guayacán” posee un gran potencial para ser reproducido en viveros sin mayor dificultad y empleársele como planta de ornato, para ocupar el lugar de los tan populares y poco benéficos “ficus” o los “laureles de la India” que abundan en casi todas las plazas públicas y áreas verdes urbanas de las ciudades, no sólo en el estado de Guerrero, sino en casi toda la República Mexicana.

Otra alternativa para el aprovechamiento sostenible de esta especie podría ser la producción de bonsáis, aprovechando la lentitud de su crecimiento, así como la capacidad de tolerar podas frecuentes.

Por ahora me despido, esperando que hayamos conocido o aprendido algo adicional acerca de uno más de los árboles del Estado de Guerrero, a los que nuestras equivocadas acciones u omisiones han colocado en las listas rojas de las especies en riesgo de desaparecer. Gracias y hasta la próxima.

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